Generalmente muy pequeños los niños y las niñas nos ignoramos, luego nos hacemos compañeros de juegos, para en la adolescencia volver a separarnos y con el pasar del tiempo volver a unirnos, pero se queda en nosotros algo de lo lejos que se estuvo, entonces dejamos de entendernos y de ver lo bueno de los otros.
He aquí un niño, que están tan lejano y ajeno a ese dilema, que tanto es feliz, jugando con carritos o piezas de playgo, como poniéndose un delantal para cocinar.
Hagamos de este un mejor mundo para nosotros y para nuestros hijos, dejemos de lado las absurdas separaciones de género, y démosle un abrazo a las diferencias que nos ayudaran a ser mejores persona.
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